Mis viajes me han llevado cerca y lejos estos últimos años. La cima del Puente del Puerto de Sydney, en Australia, al atardecer, nadar con delfines salvajes en las costas de las Islas Galápagos y, más recientemente, ir en bicicleta de montaña hasta una remota cascada en las montañas de Colombia. Pero lo que hace que viajar sea tan especial no son sólo los destinos o las experiencias épicas, sino las personas y las culturas que les dan vida. Para ello, hay un lugar que destaca en mi memoria. Ponta do Ouro, Mozambique.